lunes, 10 de enero de 2011

Por un bastardo semi-huérfano

─ ¿No vas a cenar?


─ No. Ni a desayunar, ni a comer mañana, y lo de la cena de toda la siguiente semana, también pueden irselo metiendo por el culo, ¡me vale un miembro!
"Y no, no diga nada, estoy esperando quedar tan delgada que se me caigan las orejas, se me hundan los ojos en sus cuencas y las manos no me funcionen más. Hasta que mi ombligo forme parte de mi columna vertebral.
"Y no, no se preocupen o finjan siquiera pre-ocuparse, no es necesario, ya sé que no importa, que soy sólo una bastarda huérfana más, que tengo que agradecer no estar en la calle vagando -aún cuando eso me haría más feliz-. Que ya sé, hombre, que si no le interesa siquiera a mi madre, o aquella que se sigue llamando así, no tengo por qué quejarme de nada. Que estoy arrimada, y que ¡no! ¡maldita sea! ¡No me voy a ir a cenar con ustedes, "la familia perfecta y feliz"! Porque estoy perfectamente aquí en mi rincón polvoriento que hiede a basura.
"No necesito nada.
"Si siento hambre buscaré algún bicho en el jardín, y si tengo frío, me aparearé con un perro, ¿qué mas da?
"Que estoy cansada que me lo restrieguen todo en la cara ¡Ya sé que no le importo mas a aquella mujer que me parió! También sé que soy una molestia por mucho que me esfuerce. ¡Y que no quiero cena!
"No quiero, no quiero nada. Porque estoy cansada de estar apegada a sus fijaciones y deseos egoístas.
"Dormiré hoy en mi cama, únicamente para no causar problemas . Pero ya no quiero nada... ya no.


Porque aunque no fuera muda no podía hablar.
Aún cuando era sorda, todo lo tenía que escuchar.
Y aun cuando sus ojos salían de sus órbitas no podían dejar de enfocar.
Ya no quería ni oír, ni ver, ni hablar.


"¡No quiero cena!


Pocku!